Tú amas mansamente mis derrotas,
me sigues el compás de los fracasos,
paciente y sin torcer adusto el gesto
mientras tejo incertezas en el aire.
Jamás he visto el miedo reflejarse en tus ojos,
y mira que te he visto loco y desazonado
-pirómano de azares-
huyendo hacia adelante.
Eres un hombre puro,
un salvaje inocente de aquellos que no quedan,
un caso fortuito de ardida lucidez,
un trazo inteligente dibujado en el libro
de mi asombro perpetuo.
Y siempre estás ahí,
amplias las manos,
recio animal de estirpe primigenia,
-levemente pomposo-
un pura raza arisco de libérrima mente
que baja hasta la mía encarcelada
por compartir barrotes
con cada desayuno.
me sigues el compás de los fracasos,
paciente y sin torcer adusto el gesto
mientras tejo incertezas en el aire.
Jamás he visto el miedo reflejarse en tus ojos,
y mira que te he visto loco y desazonado
-pirómano de azares-
huyendo hacia adelante.
Eres un hombre puro,
un salvaje inocente de aquellos que no quedan,
un caso fortuito de ardida lucidez,
un trazo inteligente dibujado en el libro
de mi asombro perpetuo.
Y siempre estás ahí,
amplias las manos,
recio animal de estirpe primigenia,
-levemente pomposo-
un pura raza arisco de libérrima mente
que baja hasta la mía encarcelada
por compartir barrotes
con cada desayuno.
Aún me causa sorpresa
lo mucho que te quiero.
lo mucho que te quiero.
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