Dos hombres y una luz que no se apaga
y yo, como un pedazo de penumbra
que en la distancia, sola, se acostumbra
a asumir la verdad como la daga
que con torpeza incide en esa llaga
que no se va a cerrar y apesadumbra
el futuro, si absurdo se vislumbra,
como una deuda que mi karma paga.
Soy una marioneta a cielo abierto,
a la izquierda de un dios que rige muerto
el corazón de sus juguetes rotos.
Aunque fuera de juego, no resigno
mi libertad al clavo de su signo.
Con un portazo a dios, rompo mis votos.
y yo, como un pedazo de penumbra
que en la distancia, sola, se acostumbra
a asumir la verdad como la daga
que con torpeza incide en esa llaga
que no se va a cerrar y apesadumbra
el futuro, si absurdo se vislumbra,
como una deuda que mi karma paga.
Soy una marioneta a cielo abierto,
a la izquierda de un dios que rige muerto
el corazón de sus juguetes rotos.
Aunque fuera de juego, no resigno
mi libertad al clavo de su signo.
Con un portazo a dios, rompo mis votos.
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