Hoy soy menos Morgana de la cuenta
porque vivir transpira realidades
y las axilas huelen a podrido
y los llagados pies a légamo y escombro,
por más que Ofelia insista en saltar mi cadáver
y yo ya ni recuerde Dinamarca.
Sólo hay que caminar por las barriadas
de cimientos heridos. Cerrar algunos bares,
donde sin conocerte te tutean,
para que la miseria
deje de ser objeto de deseo poético
y la piel se te impregne
de un aroma patético a miedo resignado.
Y discurre la vida con el fétido aliento
del multitudinario botellón en que se ha convertido,
donde se mezcla todo lo alienante
para acabar de vomitar el alma
en las aceras de la indiferencia.
No es mi imaginación.
La estocada certera de la luna
termina desangrando el toro de la tarde
de un viernes agosteño
y atraviesa mis ojos con su hermético filo.
No hay verso que elimine este olor a tragedia
a incendio
a casquería
que ya es parte de mí
como el pecado gúlico de hablar sin continencia
mientras el esperpento de un poema anacrónico
se suicida en mi boca.
porque vivir transpira realidades
y las axilas huelen a podrido
y los llagados pies a légamo y escombro,
por más que Ofelia insista en saltar mi cadáver
y yo ya ni recuerde Dinamarca.
Sólo hay que caminar por las barriadas
de cimientos heridos. Cerrar algunos bares,
donde sin conocerte te tutean,
para que la miseria
deje de ser objeto de deseo poético
y la piel se te impregne
de un aroma patético a miedo resignado.
Y discurre la vida con el fétido aliento
del multitudinario botellón en que se ha convertido,
donde se mezcla todo lo alienante
para acabar de vomitar el alma
en las aceras de la indiferencia.
No es mi imaginación.
La estocada certera de la luna
termina desangrando el toro de la tarde
de un viernes agosteño
y atraviesa mis ojos con su hermético filo.
No hay verso que elimine este olor a tragedia
a incendio
a casquería
que ya es parte de mí
como el pecado gúlico de hablar sin continencia
mientras el esperpento de un poema anacrónico
se suicida en mi boca.
Siempre queda la expresión de lo infernal en el rostro de Hamlet, con la boca torcida, viento del exilio que te besa...
ResponderEliminarFantastic, again.
Abrazo
a Hamlet seguro que le apestaban los pies, como a Dinamarca el aliento (ríome).
ResponderEliminarFantástico,no sé, me pilló en un mal momento, así que realista, seguro.
Igual, esta noche huele a hierba húmeda y reconforta de tanto olor a podrido.
Abrazo, Manuel.