Antes
decía labio y diente y sumisión
a la palabra viva.
Me decía cadencia al mover las caderas
y era capaz de resumirme
en el cristal del tiempo,
-excitada y segura-
con el poder intacto entre los muslos.
Antes decía pechos y era una fuente blanca
que daba de beber a los desiertos.
Decía amor y el verbo se alzaba como un hombre
para lamerme entera la amargura
y abrazar mis silencios como si fueran suyos,
y fueran sus dos brazos milagros metafóricos.
Antes
cuando era yo
cerca de mí
y no me había perdido en boca alguna
y no me reflejaba en los espejos
ni había amanecido con uñas afiladas
por arañarle el rostro a mi asesino,
que ríe mar por medio.
Antes,
cuando era yo
en mí
y me gustaba.
decía labio y diente y sumisión
a la palabra viva.
Me decía cadencia al mover las caderas
y era capaz de resumirme
en el cristal del tiempo,
-excitada y segura-
con el poder intacto entre los muslos.
Antes decía pechos y era una fuente blanca
que daba de beber a los desiertos.
Decía amor y el verbo se alzaba como un hombre
para lamerme entera la amargura
y abrazar mis silencios como si fueran suyos,
y fueran sus dos brazos milagros metafóricos.
Antes
cuando era yo
cerca de mí
y no me había perdido en boca alguna
y no me reflejaba en los espejos
ni había amanecido con uñas afiladas
por arañarle el rostro a mi asesino,
que ríe mar por medio.
Antes,
cuando era yo
en mí
y me gustaba.
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