primero mi obsesión por los ojos distintos
los que miran de lejos
como si te tuvieran en las manos
y te diseccionaran las ideas
después el caos
escribir en el aire la ansiedad de un encuentro
en que la letra dice lo que el gesto no puede
ni el labio ni la mano y definir los pálpitos
como amapolas negras nacidas de la tinta
que buscan otros ojos
porque tenga sentido su oscura floración
y sentir que te abduce te crispa o te relaja
y es menos enigmático tu rostro en mis pupilas
quizás porque al llegar te has bebido de un trago
la realidad que hace que seas como eres
y el músculo se agota
y las risas acaban por convertirse en muecas
sé que soy como un sueño
plagado de tentáculos morbosos
que alguna vez incordian urticantes
pero no dejan huellas en la piel
tejer y destejer redes caóticas
a la orilla de un mar imaginario
que no atrapan ni besos ni promesas
ni amor ni sexo ni unicornios
porque los dedos callan sus temblores
y la mente persiste en los adioses de las bocas reales
no es más que una manera de asumir
mi propia condición fantasmagórica
ante la indiferencia de la noche
en la que para ti
soy tan sólo un pretexto
que alguna vez
tal vez
te satisface
los que miran de lejos
como si te tuvieran en las manos
y te diseccionaran las ideas
después el caos
escribir en el aire la ansiedad de un encuentro
en que la letra dice lo que el gesto no puede
ni el labio ni la mano y definir los pálpitos
como amapolas negras nacidas de la tinta
que buscan otros ojos
porque tenga sentido su oscura floración
y sentir que te abduce te crispa o te relaja
y es menos enigmático tu rostro en mis pupilas
quizás porque al llegar te has bebido de un trago
la realidad que hace que seas como eres
y el músculo se agota
y las risas acaban por convertirse en muecas
sé que soy como un sueño
plagado de tentáculos morbosos
que alguna vez incordian urticantes
pero no dejan huellas en la piel
tejer y destejer redes caóticas
a la orilla de un mar imaginario
que no atrapan ni besos ni promesas
ni amor ni sexo ni unicornios
porque los dedos callan sus temblores
y la mente persiste en los adioses de las bocas reales
no es más que una manera de asumir
mi propia condición fantasmagórica
ante la indiferencia de la noche
en la que para ti
soy tan sólo un pretexto
que alguna vez
tal vez
te satisface
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