Hay quien escribe glaciares
técnicamente perfectos
y quien rima circunspectos
amores siempre ejemplares.
Los hay hasta glandulares
de eróticas secreciones
y los que expresan pasiones
como mil hicieron antes.
Líricos acompañantes
de eternas afectaciones.
Existe el que va de culto
sentado en sus abstracciones
y que mezcla sinrazones
con metáforas a bulto.
El que escribe en un tumulto
sin bases argumentistas
"si no entiendes mis aristas
es que no estás a mi altura"
y en su propia dictadura
se pierde, sin dejar pistas.
Menos mal que sigues vivo,
si más confuso más claro,
como un elemento raro
de agravio comparativo.
Menos mal que el decisivo
golpe de timón que ofreces
con el verso en que te creces
me arrulla la inteligencia.
Menos mal que tu presencia
es un rayo sin dobleces.
Menos mal que existe el cielo
para que tú lo devores,
la pena para que llores
y el amor para tu celo.
Menos mal que el escalpelo
de tu boca guarda el filo
para mantener en vilo
mis ojos cuando te miran.
Entre tus versos se inspiran
los versos de mi sigilo.
Menos mal que estoy aquí
lejos de lirios dormidos
en versos arrepentidos
y espero -loca de mí-
la lengua de frenesí
de un tornado por la espalda
que se recoja en mi falda
con toda su turbulencia.
Yo, conmigo, en mi presencia
y en mi idioma: rojo y gualda.
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