A tu capricho voy descuartizándome.
A gusto del poeta que te habita en el plexo
me cuelgas de tu cuello como un dije de sombras
o me guardas, anónima, entre pecho y espalda
para cuando la vida no sea suficiente
por mediocre, por agria, por insulsa,
o todo lo contrario
y enfrentar su vorágine desde mi perspectiva.
Me imbuyes de tu aliento y te respondo
en cada circunstancia, como si adivinara
tu estado de consciencia
tu blasfema afición por los milagros
tu hambre silenciosa de mujer
tu sed de cuellos dóciles.
Soy parte del eterno femenino
que tu virilidad exige al sueño
y no doy ocasión a que te aburras
de mirarme a los ojos
porque sorprendo siempre a tu intelecto
con alguna maldad de nuevo cuño
para tu colección de perversiones.
Y no,
no creas que es fácil
ser edelweiss de playa
o rosa de alta cima
para satisfacer tus ansias de belleza
siendo, como yo soy, cardo y frontera,
babel inadaptada a las lenguas de plástico.
Lo sabes, y es por eso,
que apuestas a caballo ganador
la paz que no te sobra.
Nunca será bastante mientras el tiempo
exija su derecho de pernada
como un feudal tirano sobre nuestras pulsiones
pero eso es lo de menos
porque yo también sé
que a mi capricho
vas descuartizándote.
A gusto del poeta que te habita en el plexo
me cuelgas de tu cuello como un dije de sombras
o me guardas, anónima, entre pecho y espalda
para cuando la vida no sea suficiente
por mediocre, por agria, por insulsa,
o todo lo contrario
y enfrentar su vorágine desde mi perspectiva.
Me imbuyes de tu aliento y te respondo
en cada circunstancia, como si adivinara
tu estado de consciencia
tu blasfema afición por los milagros
tu hambre silenciosa de mujer
tu sed de cuellos dóciles.
Soy parte del eterno femenino
que tu virilidad exige al sueño
y no doy ocasión a que te aburras
de mirarme a los ojos
porque sorprendo siempre a tu intelecto
con alguna maldad de nuevo cuño
para tu colección de perversiones.
Y no,
no creas que es fácil
ser edelweiss de playa
o rosa de alta cima
para satisfacer tus ansias de belleza
siendo, como yo soy, cardo y frontera,
babel inadaptada a las lenguas de plástico.
Lo sabes, y es por eso,
que apuestas a caballo ganador
la paz que no te sobra.
Nunca será bastante mientras el tiempo
exija su derecho de pernada
como un feudal tirano sobre nuestras pulsiones
pero eso es lo de menos
porque yo también sé
que a mi capricho
vas descuartizándote.
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