Llora por tí, si tienes que llorar
que a mí se me acabaron las razones
y deshago el amor igual que me despeino
o me baño al terminar un día
confuso como un fardo de ideas subversivas e inconclusas.
He roto los espejos de las sombras locuaces
y ya no me dirigen la palabra,
todo lo más me observan en silencio,
dueñas del panteón que han elegido
sin pensar que su ausencia sería mi derrota.
No me cabe en la espalda un sólo muerto más
ni me caben más voces fantasmales
en la jaula del cráneo.
Llora por tí, si tienes que llorar
escondido en el último verano,
que yo cegué el Jordán de mis histerias
y no me tengo pena por esperar a solas
-tan sola como viva-
que el círculo se cierre de un portazo en mi cara.
Hay bastantes quejidos en el viento
como para ulular mis amarguras
con los labios fruncidos y la lengua cortada
en la oreja del dios de lo imposible.
No me interrogo más
ni me escarbo en la sangre
ni utilizo a mis muertos como excusa
para llorarme interminablemente.
He llegado al final de cualquier llanto
en mi incapacidad para el olvido.
Soy una sombra seca que, al recordar, sonríe.
que a mí se me acabaron las razones
y deshago el amor igual que me despeino
o me baño al terminar un día
confuso como un fardo de ideas subversivas e inconclusas.
He roto los espejos de las sombras locuaces
y ya no me dirigen la palabra,
todo lo más me observan en silencio,
dueñas del panteón que han elegido
sin pensar que su ausencia sería mi derrota.
No me cabe en la espalda un sólo muerto más
ni me caben más voces fantasmales
en la jaula del cráneo.
Llora por tí, si tienes que llorar
escondido en el último verano,
que yo cegué el Jordán de mis histerias
y no me tengo pena por esperar a solas
-tan sola como viva-
que el círculo se cierre de un portazo en mi cara.
Hay bastantes quejidos en el viento
como para ulular mis amarguras
con los labios fruncidos y la lengua cortada
en la oreja del dios de lo imposible.
No me interrogo más
ni me escarbo en la sangre
ni utilizo a mis muertos como excusa
para llorarme interminablemente.
He llegado al final de cualquier llanto
en mi incapacidad para el olvido.
Soy una sombra seca que, al recordar, sonríe.
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