Anteo tiene boca de gurú violento
donde fermentan, blancos, los dientes de la noche
y esconde un lupanar en las axilas
de mujeres heridas y expectantes
que le incendian los brazos de votos incumplidos.
Como si nunca fuera suficiente la guerra,
Anteo me seduce a empujones de sombra,
me excita con su lengua de silencioso tábano
y me mira con insolados ojos
iguales a los míos
acostumbrados a beber de un golpe
los desiertos catárticos de Libia.
Anteo me susurra asesinatos
con una voz de oscuro laúdano milagroso
y bautiza horizontes con mi nombre de piedra.
Como una nueva Tingis me funda conjurando
la kabalah siniestra de mi especie.
Anteo me amotina de pájaros las ingles
y la mente de insomnios, si trasciende
desde su Irasa hermética.
Anteo vive en mí, y no me quejo.
donde fermentan, blancos, los dientes de la noche
y esconde un lupanar en las axilas
de mujeres heridas y expectantes
que le incendian los brazos de votos incumplidos.
Como si nunca fuera suficiente la guerra,
Anteo me seduce a empujones de sombra,
me excita con su lengua de silencioso tábano
y me mira con insolados ojos
iguales a los míos
acostumbrados a beber de un golpe
los desiertos catárticos de Libia.
Anteo me susurra asesinatos
con una voz de oscuro laúdano milagroso
y bautiza horizontes con mi nombre de piedra.
Como una nueva Tingis me funda conjurando
la kabalah siniestra de mi especie.
Anteo me amotina de pájaros las ingles
y la mente de insomnios, si trasciende
desde su Irasa hermética.
Anteo vive en mí, y no me quejo.
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