Busca abrirme los ojos a su verdad más cruda
como si yo no viera que me juego la calma
o en qué páramo avieso me he tumbado desnuda
a esperar de su boca el cadáver del alma.
El que todo lo escribe no verbaliza el miedo
que tiene de perderme ni del amor la esencia
ni la necesidad de que sea mi dedo
quien le signe la frente de la concupiscencia.
Si no logran matarle de un mal tiro perdido
o me mata o le mato o me olvida o le olvido
no será porque, ciega, me esté llamando a engaño.
El que desborda el vaso de las expectativas
se descubre mortal entre mis disyuntivas
cuando desde el peligro me susurra: Te extraño.
como si yo no viera que me juego la calma
o en qué páramo avieso me he tumbado desnuda
a esperar de su boca el cadáver del alma.
El que todo lo escribe no verbaliza el miedo
que tiene de perderme ni del amor la esencia
ni la necesidad de que sea mi dedo
quien le signe la frente de la concupiscencia.
Si no logran matarle de un mal tiro perdido
o me mata o le mato o me olvida o le olvido
no será porque, ciega, me esté llamando a engaño.
El que desborda el vaso de las expectativas
se descubre mortal entre mis disyuntivas
cuando desde el peligro me susurra: Te extraño.
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