Alzada como un monte con la cumbre de hielo
sobre tierra de nadie
permanezco
absurdamente quieta
como si me abrazara
el deseo tenaz
de un hombre consentido
de los de lengua bífida
(que son los anormales que me gustan)
y oigo ladrar los perros de la noche.
Cuando quieras llegar hasta mi boca
ya me habré derretido en las fauces del día.
Por algo soy proclive al movimiento.
sobre tierra de nadie
permanezco
absurdamente quieta
como si me abrazara
el deseo tenaz
de un hombre consentido
de los de lengua bífida
(que son los anormales que me gustan)
y oigo ladrar los perros de la noche.
Cuando quieras llegar hasta mi boca
ya me habré derretido en las fauces del día.
Por algo soy proclive al movimiento.
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