Despedirme de tí no entra en mis cabales.
Lo que me das no hay oro que lo pueda pagar.
Contigo soy la monja que mira el lupanar
con ojos de pecado y lengua de abrojales.
Ríes el tour de forçe en los ceremoniales
con que me incitas lúdico para poder llegar
a la carta más alta que se pueda jugar
en el juego asesino de las reglas morales.
Te empecina saber que no me entrego
como se entregan otras. Tu estratego
inventa escaramuzas cada día.
Pero yo no claudico ante tu trato
pues sé que sale caro lo barato.
Lo nuestro es una turbia guerra fría.
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