La flecha disparada nunca vuelve
como no vuelve el agua que ha pasado
delante de los ojos ni los besos
que no dimos ni la ocasión perdida.
La flecha desconoce el horizonte
y es ciega al objetivo de la carne.
Ni siente ni padece la premura
del odio que la rige en su trayecto.
Sólo cumple impasible su destino
como una sierva en busca de la diana
que le señale el ojo de su amo.
¿A quién apuntas tú bajo la noche
en que se alzaron mudas las ballestas
y me mataron todos los silencios?.
***
***
Tú que sí, yo que no. Distintas flechas
de diferentes arcos disparadas
para hacernos pedazos las miradas
y en el espíritu abrirnos brechas.
Sagitas de pasión, tristes endechas
las mías que se pierden alocadas,
aunque las tuyas vuelvan amansadas
por el amor que siembras y cosechas.
Si quieres hacer blanco en medio de mis ojos
recuerda que estoy llena de cerrojos
y dispara tu flecha de furia anticanónica,
porque las que envenena el tonto de Cupido
con su cara de ángel pervertido
causan mayor estrago que la peste bubónica.
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