Miles de criaturas violentas
nacen con cada orgasmo de la vida,
mordisqueando el vientre
con minúsculos dientes iracundos
hasta agotar sus fuerzas y las tuyas
en una muerte truculenta y súbita.
Lo asumes porque entiendes
que la vida es parte de la muerte
desde el exacto instante de ver luz,
y no la muerte parte de la vida
como proclama el hombre en su ceguera.
Los muertos son los dueños del enigma,
nos superan en número y en ansias
con su furia aplastante
y esa vocación de seguir muertos
-eternamente muertos-
burlándose de mitos y leyendas,
ajenos a las penas que empujamos
como obcecados Sísifos.
Son más y más valientes
y además nos ignoran
mientras especulamos trascendencias
y anegamos de lágrimas las tumbas
que no terminan nunca de cerrarse.
Mis muertos me olvidaron
como haré con mis vivos cuando muera.
Entretanto, ya ven,
soy una imbécil más de pechos memoriosos
que amamanta cadáveres
para sentirse viva.
nacen con cada orgasmo de la vida,
mordisqueando el vientre
con minúsculos dientes iracundos
hasta agotar sus fuerzas y las tuyas
en una muerte truculenta y súbita.
Lo asumes porque entiendes
que la vida es parte de la muerte
desde el exacto instante de ver luz,
y no la muerte parte de la vida
como proclama el hombre en su ceguera.
Los muertos son los dueños del enigma,
nos superan en número y en ansias
con su furia aplastante
y esa vocación de seguir muertos
-eternamente muertos-
burlándose de mitos y leyendas,
ajenos a las penas que empujamos
como obcecados Sísifos.
Son más y más valientes
y además nos ignoran
mientras especulamos trascendencias
y anegamos de lágrimas las tumbas
que no terminan nunca de cerrarse.
Mis muertos me olvidaron
como haré con mis vivos cuando muera.
Entretanto, ya ven,
soy una imbécil más de pechos memoriosos
que amamanta cadáveres
para sentirse viva.
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