Acudo a ti con la memoria nueva,
sin un recuerdo donde tú no seas
sin tiempo
sin pasado
como niebla
que oculta los relojes de la vida.
No sé en qué día llego a tu deseo
ni cuándo me licúo,
mas siempre, si me acerco, es un domingo
dispuesto a consagrarse por mi boca.
Acudo a ti por comulgar misterios
a través de la tuya sensitiva,
liturgia de humedades que usar como epitafio
cuando muramos juntos
renaciendo
en el jardín de los escalofríos.
Desde un tiempo a esta parte, se me olvida,
que estás amaneciendo como un ángel caído,
sin gloria ni poder,
sobre mi oscuro pubis
que aprende claridades de tus manos.
Se me olvida tu extraño misticismo
que reza un padrenuestro violento
en la cruz de mi espalda
entregada a tu fuerza.
Observa a las hormigas cuando salgas de mí
para enfrentarte al dios de la rutina
y verás cómo corren buscando su refugio
porque me intuyen lluvia amenazante
sagrada transparencia
sobre tu rostro fiel de hombre atormentado.
No pueden permitirse
que lave sus conciencias de antiguas decepciones
porque las necesitan
para sobrevivir a las próximas nuevas
pero tú sí, levantarás la cara
tú sí, porque me quieres,
con diluvio incluido.
Mis palabras desmienten cualquier muerte futura
que venga con olvido de guadaña herrumbrosa,
retienen el invierno para que no te roce
prolongando un verano de caléndulas blancas
que nos toca vivir amaestrados
y sin embargo libres
con esa libertad no concebida
por quienes besan ángeles
con los ojos abiertos
y la piel mortecina de los tristes.
Desde el borde de ti
desde mi borde,
salvar a dios del próximo suicidio
no será tan difícil.
Sólo es por ti que me vislumbro alegre.
sin un recuerdo donde tú no seas
sin tiempo
sin pasado
como niebla
que oculta los relojes de la vida.
No sé en qué día llego a tu deseo
ni cuándo me licúo,
mas siempre, si me acerco, es un domingo
dispuesto a consagrarse por mi boca.
Acudo a ti por comulgar misterios
a través de la tuya sensitiva,
liturgia de humedades que usar como epitafio
cuando muramos juntos
renaciendo
en el jardín de los escalofríos.
Desde un tiempo a esta parte, se me olvida,
que estás amaneciendo como un ángel caído,
sin gloria ni poder,
sobre mi oscuro pubis
que aprende claridades de tus manos.
Se me olvida tu extraño misticismo
que reza un padrenuestro violento
en la cruz de mi espalda
entregada a tu fuerza.
Observa a las hormigas cuando salgas de mí
para enfrentarte al dios de la rutina
y verás cómo corren buscando su refugio
porque me intuyen lluvia amenazante
sagrada transparencia
sobre tu rostro fiel de hombre atormentado.
No pueden permitirse
que lave sus conciencias de antiguas decepciones
porque las necesitan
para sobrevivir a las próximas nuevas
pero tú sí, levantarás la cara
tú sí, porque me quieres,
con diluvio incluido.
Mis palabras desmienten cualquier muerte futura
que venga con olvido de guadaña herrumbrosa,
retienen el invierno para que no te roce
prolongando un verano de caléndulas blancas
que nos toca vivir amaestrados
y sin embargo libres
con esa libertad no concebida
por quienes besan ángeles
con los ojos abiertos
y la piel mortecina de los tristes.
Desde el borde de ti
desde mi borde,
salvar a dios del próximo suicidio
no será tan difícil.
Sólo es por ti que me vislumbro alegre.
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