No me hables de pretéritas victorias,
de cuando eras mil pulsantes Muh-he-con-ne-ok,
que están llamando a guerra
los tambores de todas las derrotas
y soy el pecio de todos los naufragios
que habitan en tus ojos, si me miras,
como miran los hombres desolados.
como miran los hombres desolados.
Cada vez que me tocas,
hay un punto y aparte florecido,
un paréntesis tibio y envolvente,
una coma crisálida y cometa,
que se esconden del Norte tenebroso
de esa brújula errática
que sólo besa el Sur dónde no existo,
porque no existe el verde del enebro
de agujas afiladas.
Recuerda mohicano,
que va tu cara y cruz quemando etapas,
hiriéndose la carne
en la carrera ciega hacia la cumbre
del verso de los solos.
Observa que el instante
de coronar la cima de mi boca
-tan desagradecida-
no espera el quid pro quo
de tu demonio oculto.
Sólo tu olor corriendo
sorteador de rocas
con el carcaj repleto de venganza,
me hará mirar tu nombre
tan secreto,
tan último.
hay un punto y aparte florecido,
un paréntesis tibio y envolvente,
una coma crisálida y cometa,
que se esconden del Norte tenebroso
de esa brújula errática
que sólo besa el Sur dónde no existo,
porque no existe el verde del enebro
de agujas afiladas.
Recuerda mohicano,
que va tu cara y cruz quemando etapas,
hiriéndose la carne
en la carrera ciega hacia la cumbre
del verso de los solos.
Observa que el instante
de coronar la cima de mi boca
-tan desagradecida-
no espera el quid pro quo
de tu demonio oculto.
Sólo tu olor corriendo
sorteador de rocas
con el carcaj repleto de venganza,
me hará mirar tu nombre
tan secreto,
tan último.
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