Morir en un soneto tan amargo
que acibare los ojos de la muerte
y su insaciable mano desconcierte
al roce de su impávido letargo.
Catorce versos para el triste encargo
de sollozar un mantra que despierte
los espectros siniestros de lo inerte,
siempre a la diestra del penar más largo.
Surgen los torvos lirios del dislate
de la mente abrasada en el granate
reverberar oculto de una hoguera.
Que se puede morir en un soneto
a la luz de las velas de un secreto
que de tanto esperar ya nada espera.
que acibare los ojos de la muerte
y su insaciable mano desconcierte
al roce de su impávido letargo.
Catorce versos para el triste encargo
de sollozar un mantra que despierte
los espectros siniestros de lo inerte,
siempre a la diestra del penar más largo.
Surgen los torvos lirios del dislate
de la mente abrasada en el granate
reverberar oculto de una hoguera.
Que se puede morir en un soneto
a la luz de las velas de un secreto
que de tanto esperar ya nada espera.
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